Por: Dra. Anabel Ochoa
Nunca jamás, he conocido a un
hombre que no se haya preocupado alguna vez por el tamaño del pene. Para bien o
para mal. Pero normalmente para angustiarse ante la duda de si ¿será normal?. En
un momento de su vida, busca comparación en los otros para saber si es un perro
verde, si está tarado, si nadie lo querrá o tuvo suerte en el reparto de
centímetros.
Hacer el oso
Para calmar esta angustia el
macho humano hace diversas estupideces sucesivas. Suele mirar al vecino en el
urinario público, o en el arbolito campestre sobre el que vierten sus aguas, es
lo mismo. El caso es que, con disimulo, poniendo cara de circunstancias, echa
un ojo al compañero para calmar sus dudas. Pero esta maniobra –queridos caballeros—es
nefasta y siempre sales decepcionado. Te diré por qué. Cuando miras tu pene desde arriba parece chiquito por
el ángulo en que es observado. Por el contrario, y para colmo de penas, al
mirar lateralmente el miembro del vecino, resulta que parece prodigiosamente
agrandado, de modo que todos salen del famoso mingitorio con complejo de
eunuco, con la autoestima hecha pedazos. No hay derecho.
Para hacer esto objetivamente, la
única fórmula será observar los do penes (el tuyo y el del vecino) bajo la
misma perspectiva. Es decir, que bien puedes ver el otro asomándote por encima
de su hombro mientras orina; pero te garantizo que te puedes llevar como mínimo
una cachetada. La otra sería poner un espejito lateral sobre tu miembro para
verlo tal y como observas al ajeno, de costado; pero si te cachan te tomarán
por loquito y mejor no hacer escándalos.
Agarra el
metro
Si medir es lo que te deja
tranquilo, está bien, lo harás de cualquier manera. Con la regla de tu
hermanito, con la cinta de modista de tu abuela, con el automático del
carpintero (ojo que agarran pellizco en un descuido). Y ahora quieres saber la
talla. Vamos al catálogo.
En la raza mexicana la medida
habitual es de 10 a 15cm, en erección. Pero esto es una estupidez matemática. La
vida es otra cosa, somos cada uno. Sabemos que ni un pene inmenso garantiza ser
feliz y encontrar el amor adecuado, ni por el contrario, un pene chico te tiene
porque privar en la vida de nada. Todo es relativo. ¿o acaso se mide un hombre
en su persona por esta pieza?. No seapene, caballero. Quien así te lo haga, no
te interesa desde luego. Las razas tienen mucho que ver en los tamaños de los
miembros, incluido este que nos obsesiona tanto. Los hombres de piel negra, por
ejemplo, alcanzan tamaños prodigiosos, tremendos que luego vistos en películas
porno acomplejan a más de un guerito. Los orientales sin embargo lo tienen
chiquito, pero ellos los penes y ellas las vaginas en la misma medida, y sin embargo, están
considerados los mejores amantes del mundo. ¿Por qué?. Porque el arte amatorio
no se mide en centímetros sino en tiempo previo, caricias, y mañas y mordiscos,
de boca, de las manos y la lengua, de palabras al oído que te hacen flotar de
placer antes de trabajar con la entrepierna. Chiquitos pero rinconeros, de eso
se trata.
Ser
normal
La obsesión masculina es saber si
es normal. Y normal es lo que tiene que hacer o hace la mayoría. Eso no es
garantía de acierto, en nada. La mayoría muchas veces en la historia ha
representado el equívoco, el desastre total. No por el número abundante se posee
la verdad en nada ¡ojo con esta trampa! La mayoría en un lugar del planeta
corta el clítoris a las niñas para que no gocen; en otro paraje, abren el pene
como un camarón mariposa para ser masculinos. Hay mayorías que hacen la circuncisión (cortar la
piel del pene) desde la cuna. Otras tribus incrustan piedritas en el falo para
tener más relieve y dar más gusto. En todas ellas la costumbre es de la
mayoría. No obstante, te aclararé algo importante si seguimos comparando. Los penes
en reposo tienen grandes diferencias en tamaño de un hombre a otro, incluso
dentro de la misma raza. Sin embargo, en erección, cuando están paraditos, las
diferencias son mínimas. Ocurre que el pene que era chiquito cuando estaba
dormido, se agranda de manera milagrosa al excitarse, todo un impacto. Sin embargo
el pene grande cotidiano, aumenta muy poco al quedar motivado. De manera que
las diferencias de tamaño son mínimasen erección, y eso no es fácil que los
compruebes en el urinario (aunque hay gente para todo, jejeje).
Tamaño y
placer
El tamaño de un pene te puede
importar mucho para presumir, desde luego. Si quieres dedicarte a ser modelo
porno, entonces si ¡Ni modo!; cuanto más grande, más portada para la foto. De la
misma manera, si tu vocación es recorrer playas nudistas de medio mundo,
entonces si también, mejor pasear una buena pieza, colgarle una anilla incluso
señalarlo. Pero…si tus dudas son acerca del rendimiento en la cama, nada tiene
que ver el tamaño. Desde luego el pene grande si produce una mayor sensación de
ocupación, pero no de orgasmo. Resulta que la vagina sólo tiene una
sensibilidad importante en los primeros cinco centímetros, el resto, es gratis,
de modo con seis ya ganaste. Además el principal órgano erótico de la mujer es
el clítoris, y ése está afuerita y no adentro.
Claro que, los mitos, los
mensajes publicitarios, los modelos importados, nos venden un prototipo que nos
cuesta alcanzar. Eso deprime al hombre absurdamente. Pero peor les pasa a las
mujeres envenenadas de publicidad con sus expectativas. Tan castas y tan
calladas durante mucho tiempo, y algunas (pocas) finalmente al liberarse te
tratan como hombre objeto, carne al kilo. A veces son capaces de humillar a un
hombre al bajarse los calzones si la mercancía les parece poco. Pero ése es un
problema cultural, no anatómico. Lo mismo que les pasa a ellas cuando el busto
se les hace poco a los galanes.
Soluciones
La principal es un cambio
cultural y dejar de hacer el payaso. Dejar de juzgarnos la valía por pesas y medidas e ir al fondo del asunto en la
comunicación humana. Buscar la pareja compatible (siempre la hay), es cuestión
de buscar. La solución no es la cirugía, tener que finalmente operarnos todos
de todo por cuatro revistas que nos hacen creer que no somos adecuados. La solución
sí es asumirse, quererse y sacarle partido a las circunstancias que nos tocan,
siempre superables desarrollando ésta, aquella u otra cosa que compense la
falta, que disimule el exceso, que completamente a quien de verdad nos quiera
sin catálogo.
En el urólogo –que es el
especialista médico adecuado para estas consultas—encontraremos soluciones
parciales, de resultados discretos, o millonariamente quirúrgicas con el riesgo
además de algunas complicaciones. Lo que no funciona son los elixires mágicos,
las pomadas y lociones que prometen milagros en cuestión de tamaño. Muchos de
ellos son irritantes severos, como la menta, que inflaman engañosamente y
parece que funciona, pero es lo mismo que si te echas vapo rub en un ojo y crees que por ello se te agrandó la mirada. Por
cierto ¿se te ha ocurrido alguna vez medir el tamaño de tu alma?...
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa