jueves, 10 de diciembre de 2015

Frases de la Dra. Anabel Ochoa: Cultura sexual femenina

Adquiere cultura sexual, de la buena, de la que no miente y no amenaza, de la que es útil y te ayuda a ser más más libre y más feliz, como mujer y como persona, y por favor hazlo antes de tomar ninguna decisión desde la ignorancia

- Dra. Anabel Ochoa

lunes, 7 de diciembre de 2015

Soy calenturiento, homofóbico y machista

De los casos de la Doctora

Soy calenturiento, homofóbico y machista.
Arnoldo, contador, 32 años, D.F.
La verdad doctora, que esta carta no sé si es para presumir o para pedir ayuda, aún no lo tengo claro, pero desde luego quiero contarle algunas cosas. Yo fui educado como macho, pero eso no quiere decir como monstruo si no que así se ha venido educando tradicionalmente a los hombres. Es decir, que yo soy gentil con las damas, asumo los gastos, las protejo, pero desde luego que mi voz vale más que la suya ¿Por qué vamos a serlo de pronto? Lo que pasa ahora es que el mundo está revuelto del revés, lo que era negro ahora es blanco y lo que estaba arriba ahora queda abajo. Mi novia se niega obedecerme, sus amigas me acusan de lo peor porque no quiero que trabaje ni estudie, para eso estoy yo, para mantenerla, para hacerla mi esposa y que no se tenga que preocupar por nada. Comprendo que haya mujeres pobres que lo necesitan, pero no es el caso. Tampoco me obedece en el tipo de ropa que usa, lleva minifaldas y yo quedo en ridículo. En el sexo es aún peor porque dice que no siente placer conmigo, que antes lo simulaba, pero que se cansó de fingir, que no le hago caricias previas. La verdad doctora que a veces me pongo a cien, y cuando llegamos a la cama no me la voy a pasar diciéndolo tonterías al oído y perdiendo el tiempo, voy a lo que voy, y no creo que eso sea un delito. Tampoco le gusta que pase tiempo con mis amigos ¿Qué quiere, que lo pase con las viejas como maricón? Eso que lo haga ella, que total para hablar de las idioteces que hablan no necesita más compañía. El mundo de las mujeres es muy simple, y el nuestro es más complejo, las cosas como son. Ahora acaba de romper conmigo, porque según ella soy nada menos que un calenturiento, homofóbico y machista ¿Qué le parece? Calenturiento si, y ni quien me lo quite porque estoy bien orgulloso de no ser impotente. Homofóbico es la palabrita de moda porque no soporto a los maricones que tiene ella por amigos, me pongo muy nervioso al tenerlos cerca. Y machista, pues no creo que sea un defecto, peor sería ser feminista, digo yo. Ya sé que usted es de las que les pega duro a los hombres con estos asuntos, pero me parece que las cosas en estos tiempos ya están saliendo de madre con tanta igualdad, y de seguir así no vamos a saber quién es Juan y quien es Juana ¿No será mejor cada uno en su papel y todos felices como lo éramos hasta ahora sin tanto pancho?

La Dra le respondió….
Pobrecito Arnoldo. Fuiste educado para un mundo que ya no existe, como les pasa en este momento a muchos machos. Las cosas mutaron velozmente, más rápido que nunca, y te agarró dormido el proceso sin avisarte. Las mujeres han cambiado y con ello el mundo entero. Como hombre te quedan dos opciones “o te aclimatas o te actimueres”. Pero no te sientas agredido, simplemente bájale un poco a la prepotencia que te asiste y razonemos, te prometo que el resultado es positivo para ti y no al contario. 
El machismo fue una estructura útil en el pasado de hombres cazadores y mujeres paridoras permanentemente, pero no ahora, y aun así, siempre fue injusto, mejor no lo defiendas. Por supuesto que un hombre y una mujer son distintos, sin duda. Pero son distintos biológicamente, y sin embargo ambos son igualmente seres humanos y por ello tienen los mismos derechos socialmente, no hay que confundir las cosas. Todo aquello que se realice con los ovarios, con la vulva, la matriz, las trompas o las mamas, desde luego será tarea femenina, y que yo sepa nadie te está pidiendo que te embaraces, que menstrúes ni que amamantes a un chiquillo. Paralelamente, todo aquello que se haga con el pene o los testículos será tarea masculina, ni modo que se lo vayamos a exigir a las mujeres. Pero todo lo demás, lo que se haga con el cerebro, con la inteligencia o la voluntad, con el pensamiento, con el carácter o la personalidad, todo ello lo pueden hacer ambos, de la manera  que cada uno personalmente elija como parte de sus derechos humanos, no de los derechos del pene que ésos –que yo sepa—no aparecen en ninguna Carta Magna de cultura antigua, salvo en los fanáticos religiosos que se inventan ese tipo de discriminaciones como divinas.
Una mujer actual no necesita una bestia protectora que la traiga comida porque igual prefiere gestionarla ella misma a fin de cuentas de seguro les saldrá más barato. Una mujer estudia o trabaja no solo por pobreza sino por realizarse como persona, por ser independiente y no pagar con la carne los favores del alimento, para no ser esclava de quien la mantiene, o estudia porque quiere saber más allá de lo que le dicta tu hermoso cerebro de chango evolucionado. Una mujer tiene  perfecto derecho al placer sexual y el erotismo es cosa de dos, y si no cuentas con ella pues entonces mejor te frotas con una muñeca inchable que no protesta ni reclama, no necesitas para eso malgastar un ser humano para “chaquetear” con cuerpo ajeno. Una mujer no tiene porque “obedecerte” como dices porque no es una esclava que compraste en el mercado, ni un objeto que no opina, ni un ciudadano de segunda categoría; podrás llegar con ella a acuerdos, pero no darle órdenes porque no es una niña menor de edad ni una retrasada mental bajo tu custodia. Si me dices que cuando ella se pone minifalda tú haces el ridículo, entonces es que el complejo lo llevas dentro, y eso no se cura interviniendo sobre la otra persona sino sobre no mismo: de otra manera tu podrás estar orgulloso de que ella vaya muy atractiva y que todos te envidien por ser su hombre en lugar de compadecerte ¿o no? Si nos ponemos así, también te podría decir que ella sí que hace el ridículo al tener un novio con tus ideas, o con tu panza, o con tu corbata ¿Verdad que no sería justo?.
No te preocupes, que la igualdad de derechos no va a  hacer que nos confundamos no sabiendo quién es hombre o mujer ¿o también te sueles confundir en esto? Examínalo y tal vez aclares muchos de tus temores homofóbicos. La igualdad de derechos es un estado saludable y justo, también para ti, porque en vez de esclava obtendrás una compañera que será tu perfecta aliada en todo momento y que ni siquiera te exigirá tanto como te estás exigiendo tú mismo a otros jugando al macho de redentor. Podrás ser más humano, también débil a veces, ¡cómo no! Y ella tendrá su lugar de persona con lo cual te dignificas al dárselo en vez del rol esclavista de impedirlo. Sólo el débil es tirano.

Prueba un cambio, te va a gustar, de veras ¡Ah! Y por cierto, hasta ahora no éramos todos felices cada uno en su papel, porque ni era tu papel la prepotencia ni el de la mujer la obediencia, de hecho nos iba como en feria y la historia es un fracaso de parejas y de familias. Al intentar variar los roles sólo nos puede ir mejor, peor es imposible, sé sincero y mira a tu alrededor.

Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa

domingo, 6 de diciembre de 2015

Preocupación masculina: El Tamaño del pene

Por: Dra. Anabel Ochoa

Nunca jamás, he conocido a un hombre que no se haya preocupado alguna vez por el tamaño del pene. Para bien o para mal. Pero normalmente para angustiarse ante la duda de si ¿será normal?. En un momento de su vida, busca comparación en los otros para saber si es un perro verde, si está tarado, si nadie lo querrá o tuvo suerte en el reparto de centímetros.

Hacer  el oso
Para calmar esta angustia el macho humano hace diversas estupideces sucesivas. Suele mirar al vecino en el urinario público, o en el arbolito campestre sobre el que vierten sus aguas, es lo mismo. El caso es que, con disimulo, poniendo cara de circunstancias, echa un ojo al compañero para calmar sus dudas. Pero esta maniobra –queridos caballeros—es nefasta y siempre sales decepcionado. Te diré por qué. Cuando  miras tu pene desde arriba parece chiquito por el ángulo en que es observado. Por el contrario, y para colmo de penas, al mirar lateralmente el miembro del vecino, resulta que parece prodigiosamente agrandado, de modo que todos salen del famoso mingitorio con complejo de eunuco, con la autoestima hecha pedazos. No hay derecho.
Para hacer esto objetivamente, la única fórmula será observar los do penes (el tuyo y el del vecino) bajo la misma perspectiva. Es decir, que bien puedes ver el otro asomándote por encima de su hombro mientras orina; pero te garantizo que te puedes llevar como mínimo una cachetada. La otra sería poner un espejito lateral sobre tu miembro para verlo tal y como observas al ajeno, de costado; pero si te cachan te tomarán por loquito y mejor no hacer escándalos.

Agarra el metro
Si medir es lo que te deja tranquilo, está bien, lo harás de cualquier manera. Con la regla de tu hermanito, con la cinta de modista de tu abuela, con el automático del carpintero (ojo que agarran pellizco en un descuido). Y ahora quieres saber la talla. Vamos al catálogo.
En la raza mexicana la medida habitual es de 10 a 15cm, en erección. Pero esto es una estupidez matemática. La vida es otra cosa, somos cada uno. Sabemos que ni un pene inmenso garantiza ser feliz y encontrar el amor adecuado, ni por el contrario, un pene chico te tiene porque privar en la vida de nada. Todo es relativo. ¿o acaso se mide un hombre en su persona por esta pieza?. No seapene, caballero. Quien así te lo haga, no te interesa desde luego. Las razas tienen mucho que ver en los tamaños de los miembros, incluido este que nos obsesiona tanto. Los hombres de piel negra, por ejemplo, alcanzan tamaños prodigiosos, tremendos que luego vistos en películas porno acomplejan a más de un guerito. Los orientales sin embargo lo tienen chiquito, pero ellos los penes y ellas las vaginas en la  misma medida, y sin embargo, están considerados los mejores amantes del mundo. ¿Por qué?. Porque el arte amatorio no se mide en centímetros sino en tiempo previo, caricias, y mañas y mordiscos, de boca, de las manos y la lengua, de palabras al oído que te hacen flotar de placer antes de trabajar con la entrepierna. Chiquitos pero rinconeros, de eso se trata.

Ser normal
La obsesión masculina es saber si es normal. Y normal es lo que tiene que hacer o hace la mayoría. Eso no es garantía de acierto, en nada. La mayoría muchas veces en la historia ha representado el equívoco, el desastre total. No por el número abundante se posee la verdad en nada ¡ojo con esta trampa! La mayoría en un lugar del planeta corta el clítoris a las niñas para que no gocen; en otro paraje, abren el pene como un camarón mariposa para ser masculinos. Hay  mayorías que hacen la circuncisión (cortar la piel del pene) desde la cuna. Otras tribus incrustan piedritas en el falo para tener más relieve y dar más gusto. En todas ellas la costumbre es de la mayoría. No obstante, te aclararé algo importante si seguimos comparando. Los penes en reposo tienen grandes diferencias en tamaño de un hombre a otro, incluso dentro de la misma raza. Sin embargo, en erección, cuando están paraditos, las diferencias son mínimas. Ocurre que el pene que era chiquito cuando estaba dormido, se agranda de manera milagrosa al excitarse, todo un impacto. Sin embargo el pene grande cotidiano, aumenta muy poco al quedar motivado. De manera que las diferencias de tamaño son mínimasen erección, y eso no es fácil que los compruebes en el urinario (aunque hay gente para todo, jejeje).

Tamaño y placer
El tamaño de un pene te puede importar mucho para presumir, desde luego. Si quieres dedicarte a ser modelo porno, entonces si ¡Ni modo!; cuanto más grande, más portada para la foto. De la misma manera, si tu vocación es recorrer playas nudistas de medio mundo, entonces si también, mejor pasear una buena pieza, colgarle una anilla incluso señalarlo. Pero…si tus dudas son acerca del rendimiento en la cama, nada tiene que ver el tamaño. Desde luego el pene grande si produce una mayor sensación de ocupación, pero no de orgasmo. Resulta que la vagina sólo tiene una sensibilidad importante en los primeros cinco centímetros, el resto, es gratis, de modo con seis ya ganaste. Además el principal órgano erótico de la mujer es el clítoris, y ése está afuerita y no adentro.
Claro que, los mitos, los mensajes publicitarios, los modelos importados, nos venden un prototipo que nos cuesta alcanzar. Eso deprime al hombre absurdamente. Pero peor les pasa a las mujeres envenenadas de publicidad con sus expectativas. Tan castas y tan calladas durante mucho tiempo, y algunas (pocas) finalmente al liberarse te tratan como hombre objeto, carne al kilo. A veces son capaces de humillar a un hombre al bajarse los calzones si la mercancía les parece poco. Pero ése es un problema cultural, no anatómico. Lo mismo que les pasa a ellas cuando el busto se les hace poco a los galanes.

Soluciones
La principal es un cambio cultural y dejar de hacer el payaso. Dejar de juzgarnos la valía por  pesas y medidas e ir al fondo del asunto en la comunicación humana. Buscar la pareja compatible (siempre la hay), es cuestión de buscar. La solución no es la cirugía, tener que finalmente operarnos todos de todo por cuatro revistas que nos hacen creer que no somos adecuados. La solución sí es asumirse, quererse y sacarle partido a las circunstancias que nos tocan, siempre superables desarrollando ésta, aquella u otra cosa que compense la falta, que disimule el exceso, que completamente a quien de verdad nos quiera sin catálogo.

En el urólogo –que es el especialista médico adecuado para estas consultas—encontraremos soluciones parciales, de resultados discretos, o millonariamente quirúrgicas con el riesgo además de algunas complicaciones. Lo que no funciona son los elixires mágicos, las pomadas y lociones que prometen milagros en cuestión de tamaño. Muchos de ellos son irritantes severos, como la menta, que inflaman engañosamente y parece que funciona, pero es lo mismo que si te echas vapo rub en un ojo y crees que por ello se te agrandó la mirada. Por cierto ¿se te ha ocurrido alguna vez medir el tamaño de tu alma?...
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa
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