De los casos de la Doctora
Soy calenturiento, homofóbico y
machista.
Arnoldo, contador, 32 años, D.F.
La verdad doctora, que esta carta
no sé si es para presumir o para pedir ayuda, aún no lo tengo claro, pero desde
luego quiero contarle algunas cosas. Yo fui educado como macho, pero eso no
quiere decir como monstruo si no que así se ha venido educando tradicionalmente
a los hombres. Es decir, que yo soy gentil con las damas, asumo los gastos, las
protejo, pero desde luego que mi voz vale más que la suya ¿Por qué vamos a
serlo de pronto? Lo que pasa ahora es que el mundo está revuelto del revés, lo
que era negro ahora es blanco y lo que estaba arriba ahora queda abajo. Mi novia
se niega obedecerme, sus amigas me acusan de lo peor porque no quiero que
trabaje ni estudie, para eso estoy yo, para mantenerla, para hacerla mi esposa
y que no se tenga que preocupar por nada. Comprendo que haya mujeres pobres que
lo necesitan, pero no es el caso. Tampoco me obedece en el tipo de ropa que
usa, lleva minifaldas y yo quedo en ridículo. En el sexo es aún peor porque
dice que no siente placer conmigo, que antes lo simulaba, pero que se cansó de
fingir, que no le hago caricias previas. La verdad doctora que a veces me pongo
a cien, y cuando llegamos a la cama no me la voy a pasar diciéndolo tonterías
al oído y perdiendo el tiempo, voy a lo que voy, y no creo que eso sea un
delito. Tampoco le gusta que pase tiempo con mis amigos ¿Qué quiere, que lo
pase con las viejas como maricón? Eso que lo haga ella, que total para hablar
de las idioteces que hablan no necesita más compañía. El mundo de las mujeres
es muy simple, y el nuestro es más complejo, las cosas como son. Ahora acaba de
romper conmigo, porque según ella soy nada menos que un calenturiento,
homofóbico y machista ¿Qué le parece? Calenturiento si, y ni quien me lo quite
porque estoy bien orgulloso de no ser impotente. Homofóbico es la palabrita de
moda porque no soporto a los maricones que tiene ella por amigos, me pongo muy
nervioso al tenerlos cerca. Y machista, pues no creo que sea un defecto, peor
sería ser feminista, digo yo. Ya sé que usted es de las que les pega duro a los
hombres con estos asuntos, pero me parece que las cosas en estos tiempos ya están
saliendo de madre con tanta igualdad, y de seguir así no vamos a saber quién es
Juan y quien es Juana ¿No será mejor cada uno en su papel y todos felices como
lo éramos hasta ahora sin tanto pancho?
La Dra le respondió….
Pobrecito Arnoldo. Fuiste educado
para un mundo que ya no existe, como les pasa en este momento a muchos machos. Las
cosas mutaron velozmente, más rápido que nunca, y te agarró dormido el proceso
sin avisarte. Las mujeres han cambiado y con ello el mundo entero. Como hombre
te quedan dos opciones “o te aclimatas o te actimueres”. Pero no te sientas agredido,
simplemente bájale un poco a la prepotencia que te asiste y razonemos, te
prometo que el resultado es positivo para ti y no al contario.
El machismo fue
una estructura útil en el pasado de hombres cazadores y mujeres paridoras
permanentemente, pero no ahora, y aun así, siempre fue injusto, mejor no lo
defiendas. Por supuesto que un hombre y una mujer son distintos, sin duda. Pero
son distintos biológicamente, y sin embargo ambos son igualmente seres humanos
y por ello tienen los mismos derechos socialmente, no hay que confundir las
cosas. Todo aquello que se realice con los ovarios, con la vulva, la matriz,
las trompas o las mamas, desde luego será tarea femenina, y que yo sepa nadie
te está pidiendo que te embaraces, que menstrúes ni que amamantes a un
chiquillo. Paralelamente, todo aquello que se haga con el pene o los testículos
será tarea masculina, ni modo que se lo vayamos a exigir a las mujeres. Pero todo
lo demás, lo que se haga con el cerebro, con la inteligencia o la voluntad, con
el pensamiento, con el carácter o la personalidad, todo ello lo pueden hacer
ambos, de la manera que cada uno
personalmente elija como parte de sus derechos humanos, no de los derechos del
pene que ésos –que yo sepa—no aparecen en ninguna Carta Magna de cultura
antigua, salvo en los fanáticos religiosos que se inventan ese tipo de
discriminaciones como divinas.
Una mujer actual no necesita una
bestia protectora que la traiga comida porque igual prefiere gestionarla ella
misma a fin de cuentas de seguro les saldrá más barato. Una mujer estudia o
trabaja no solo por pobreza sino por realizarse como persona, por ser
independiente y no pagar con la carne los favores del alimento, para no ser
esclava de quien la mantiene, o estudia porque quiere saber más allá de lo que
le dicta tu hermoso cerebro de chango evolucionado. Una mujer tiene perfecto derecho al placer sexual y el erotismo
es cosa de dos, y si no cuentas con ella pues entonces mejor te frotas con una
muñeca inchable que no protesta ni reclama, no necesitas para eso malgastar un
ser humano para “chaquetear” con cuerpo ajeno. Una mujer no tiene porque “obedecerte”
como dices porque no es una esclava que compraste en el mercado, ni un objeto
que no opina, ni un ciudadano de segunda categoría; podrás llegar con ella a
acuerdos, pero no darle órdenes porque no es una niña menor de edad ni una
retrasada mental bajo tu custodia. Si me dices que cuando ella se pone
minifalda tú haces el ridículo, entonces es que el complejo lo llevas dentro, y
eso no se cura interviniendo sobre la otra persona sino sobre no mismo: de otra
manera tu podrás estar orgulloso de que ella vaya muy atractiva y que todos te
envidien por ser su hombre en lugar de compadecerte ¿o no? Si nos ponemos así,
también te podría decir que ella sí que hace el ridículo al tener un novio con
tus ideas, o con tu panza, o con tu corbata ¿Verdad que no sería justo?.
No te preocupes, que la igualdad
de derechos no va a hacer que nos
confundamos no sabiendo quién es hombre o mujer ¿o también te sueles confundir
en esto? Examínalo y tal vez aclares muchos de tus temores homofóbicos. La igualdad
de derechos es un estado saludable y justo, también para ti, porque en vez de
esclava obtendrás una compañera que será tu perfecta aliada en todo momento y
que ni siquiera te exigirá tanto como te estás exigiendo tú mismo a otros
jugando al macho de redentor. Podrás ser más humano, también débil a veces, ¡cómo
no! Y ella tendrá su lugar de persona con lo cual te dignificas al dárselo en
vez del rol esclavista de impedirlo. Sólo el débil es tirano.
Prueba un cambio, te va a gustar,
de veras ¡Ah! Y por cierto, hasta ahora no éramos todos felices cada uno en su
papel, porque ni era tu papel la prepotencia ni el de la mujer la obediencia,
de hecho nos iba como en feria y la historia es un fracaso de parejas y de
familias. Al intentar variar los roles sólo nos puede ir mejor, peor es
imposible, sé sincero y mira a tu alrededor.
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa
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