domingo, 6 de septiembre de 2015

La repetición inconsciente: un destino para ser alterado

Por: Dra. Anabel Ochoa
Por más que te empeñes en cambiar el mundo, hay elementos traidores en tu propia cabeza, en el inconsciente, programas pregrabados que ocupan parte de esa extraña computadora que es el cerebro que te habita. La infancia que nos aconteció no es inocente. Freud decía que el niño es el padre del adulto, y no estaba errado en este punto. Lo que nos ocurre en la infancia deja toda una huella, un sentimiento aprendido sobre el cual transcurren las otras cosas de nuestra existencia joven y futura. Pero “llueve ya sobre mojado” sin duda. Si no intervenimos sobre los traumas de nuestro pasado, sobre nuestras carencias y dolores de la infancia —y todos los tenemos, no creas—, entonces acabamos fatalmente condenados a repetir lo mismo que odiamos. Un movimiento automático que en vez de resolverse en los cambios imita una y otra vez un intento enfermizo de curarnos. 
Es preciso reflexionar sobre el pasado para tomar las riendas en el presente y diseñar un futuro mejor y distinto; ésa es la evolución de la especie. De otro modo, la niña golpeada por el padre alcohólico huirá de la casa familiar “aparentemente” con otro alcohólico que la golpeará; el violado se convertirá en violador para resarcirse de algo que ni él mismo entiende; quienes fueron víctimas de violencia acabarán siendo violentos con los otros. Y así eternamente perpetuando el círculo del dolor sin avance posible. Si no intervenimos, si no ponemos un “¡hasta aquí!” no hay progreso de ningún tipo y nuestra tara fabricará tarados.

No siempre se puede solo, mejor dicho: pocas veces se puede solo. Hay que pedir ayuda, y no es ninguna vergüenza. Más vergonzoso es quedarse en la repetición burda. Del mismo modo que cuando nos falla la vista recurrimos al  oculista, de la misma manera que cuando se rompe un hueso no nos avergonzamos de echar mano del ortopedista, entonces de modo idéntico hay que recurrir a los psicólogos, psiquiatras, sexólogos, asesores de pareja y especialistas en familia para nuestros conflictos. No es que estemos locos por recurrir a ellos, al contrario: loco es el que no pide ayuda y se consume solo.

Fuente:
Libro:    " Mitos y realidades del sexo joven"
Autor:    Dra. Anabel Ochoa

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