Por Gabriel Gutiérrez García
Cuando se piensa en machismo, la primera referencia que
aparece es la del tipo fortachón y sacale punta un perfecto “cabrón” que le
rompe su crisma al primero que se le aparece enfrente, retándolo o picándole su
orgullo de “hombre muy hombre” ¿pero qué
sucede cuando el machismo se da entre los homosexuales? Para muchos es sabido
que la imagen que se ha estereotipado en México y en varias partes de América
Latina del homosexual es la del tipo afeminado, preferentemente dedicado al
estilismo o a las actividades “delicadas”; ambos conceptos totalmente falsos
pero ampliamente difundidos en todos los sectores de la sociedad. Pero en la
realidad ni el macho llega a ser –o parecer más bien dicho—tan macho, ni el
homosexual suele tener tan solo preferencia a las actividades delicadas.
Quizás falten referencias públicas para que estas imágenes
se fueran destruyendo, por lo menos para que las personas tuviéramos nuevas
referencias. Los chavos homosexuales que gustan del futbol o de actividades “rudas”,
por lo general son apreciados por sus cualidades de “activos” en la cama, pero
esto puede ser o resultar una mentira del tamaño del mundo, ya que ellos
responden solamente a gustos deportivos y no significa nada más en lo absoluto.
En ocasiones surgen problemáticas entre sus parejas o las personas que les
atraen, ya que pueden querer ser penetrados por ellos, respondiendo el “pasivo”:
Pues ¿No que eras tan machito?. Ahora resulta que ser futbolista, jugador de
americano o mecánico es sinónimo de activo en el rol homosexual, es decir, por
definición se piensa que un taxista o un trailero tiene que ser activo, solo
activo y nada más que activo ¿Cuántas relaciones se habrán perdido por ese
machismo fomentado desde afuera y criado a la manera gay desde adentro?, ¿En
cuántos clasificados de algunas revistas gays no leemos: No afeminados, no
locas, ni nada por el estilo? Los que luchamos por acabar con el machismo
¿deberíamos acaso de solicitar en nuestros clasificados: No machos, no
cabrones, no mayates? Claro que no es la solución, pues ella no está en quitar
o poner adjetivos.
El machismo entre los homosexuales también se da en otra de
sus facetas por el rechazo a las mujeres la misoginia aplicada con un poder
recalcitrante, muchas veces más fuerte que entre los machos heterosexuales. Es evidente
que el machismo homosexual se da por reflejo del machismo heterosexual en una
sociedad como la mexicana, que es conservadora (entiéndase por conservador lo
aprendido a priori, por ejemplo: la heterosexualidad, la misoginia y el
machismo). Aquí el que no es macho es por antonomasia “puto” y el que tiene respeto
por la mujeres es “puto” o “mandilón” y el que es homosexual como no puede
existir pues ¿Qué importa que sea macho o misógino?.
Cuando un chavo que se viste fuera de la norma gay (moda de
París, New York, etc.) es mal visto por los demás que portan felices sus
camisetas de Dolce Gabanna y Versace, no es otra cosa que una variedad de
machismo a lo gay, “porque no es para ellos” y entonces no pueden pertenecer al
grupo y debe de ser excluido. Pudiera pensarse que los leathers son una
expresión de machismo gay llevada hasta el tope, pero este sería tema de otro
artículo, sin embargo, es evidente que algunas personas identifican a los
leathers como “machos men”. Es evidente
que un buen porcentaje del machismo es resultado de una educación católica
recalcitrante, tan conocida en México, en donde las mujeres a la casa y hacer
tortillas y el hombre como Dios manda, al campo y a la “chamba”. ¡por eso eres
hombre y por eso eres mujer!.
Las expresiones sexuales son múltiples y diversas, ni
podemos ni debemos ponerles etiquetas, pero sin embargo, las intolerancias,
cual quiera que sean éstas. Deben de ser señaladas, estudiadas y crear
mecanismo para su erradicación, ya que los costos suelen ser muy altos (y eso
si que lo sabemos todos) ¿Verdad?.
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa