jueves, 2 de julio de 2015

¿Es cierto que todos tenemos algo de exhibicionistas?

Por: Dra. Anabel Ochoa

El exhibicionismo es el placer de mostrarse, de llegar incluso al orgasmo simplemente con ello. El exhibicionista gusta de mostrar sus genitales a personas desconocidas. Si pensamos en los hombres que se abren el abrigo a la puerta de las escuelas nos recuerda a las clásicas perversiones. Pero si pensamos que a todos nos gusta ser mirados y admirados, entonces desde una corbata a una minifalda tienen que ver con nuestro exhibicionismo.

Hay quien exhibe en internet su vida privada gratuitamente tan sólo por el placer de ser observado. Hay parejas que piden que les hablen por teléfono para ser escuchados mientras hacen el amor.

Como todas las parafilias (pasiones paralelas) el exhibicionismo sólo será preocupante cuando sustituya a la relación sexual, cuando el sujeto  puede llegar así al orgasmo y de ninguna otra manera, y de cuando el impulso de exhibirse sale fuera de control y lo hace a cualquier precio. En estos casos sí se precisa de ayuda terapéutica, por el propio equilibrio del sujeto, y porque acaban trayendo complicaciones delictivas de escándalo público que lo avergonzarán y culpabilizarán sin remedio.

Mucha gente que hace una vida ejemplar a otros niveles, de pronto cede al impulso de correr desnudo por la calle, de trasvestirse para ser admirado, o de mostrar sus genitales en el lugar menos apropiado. De hecho la mayor parte de ellos tienen entre los veinte y los cuarenta años, casados, de carácter retraído y baja autoestima, es por ello que las víctimas suelen ser niñas que no los juzguen, y aparecen ante ellas como colosos. Sin embargo el exhibicionismo, como ingrediente de la escena erótica, unido a otras formas, es un juego interesante, creativo y gozoso, mucho más cuando en una pareja se combina en perfecta mancuerna el exhibicionismo de uno con el voyerismo (pasión por mirar) del otro.

Para Freud, la vocación de actor tendría que ver con una manera de sublimar esta pasión exhibicionista, y en lugar de ser arrestado en un parque, recibir aplausos y ser bien considerado por ello. Los exhibicionistas callejeros suelen asustar mucho a la gente, pero conviene señalarlos que se trata de sujetos inofensivos a otros niveles, que buscan impactar y llegar al orgasmo por el susto del otro. No buscan ni siquiera ser tocados; en caso de no haber susto en el otro, tampoco hay gozo y buscará otra víctima de mirada inocente.

En cuanto a las causas, si pensamos en la infancia, cuántas veces el bebé reclama atención sin lograrlo y pasa largas horas de soledad en la cuna mirando al techo, una desacertada elaboración de la libido puede llevar a terminar de adulto con gabardina y sin pantalones.

No olvidemos que el exhibicionismo enfermo sería la forma patológica de esa tendencia primaria en el humano de hacerse valer, de afirmarse en el mundo. Para la mujer el exhibicionismo es más fácil de llevar acabo porque se le permite socialmente mostrarse e impactar sin que la acusen de perversa: Escotes, tacones, maquillaje, minifaldas, etc.

FUENTE:
LIBRO:                        “Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura”
AUTOR:                       Dra. Anabel Ochoa
EDITORIAL:                Selector, S.A. de C.V.

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