martes, 14 de julio de 2015

Me cachó mi esposa al internet viendo porno

De los casos de la Dra. Anabel Ochoa.

Eduardo 32 años, abogado, Monterrey, NL.

Estoy en problemas doctora. En las noches acostumbro quedarme al computador resolviendo muchos temas de trabajo que traigo a la casa para no demorar más en la oficina y poder estar más tiempo con mi esposa. Pero finalmente ella se duerme y me quedo solo. En internet la tentación sexual, aunque solo sea  por curiosidad, es grande. Sin poderlo remediar entré a unas páginas pornográficas ¡Qué bárbaras!. En realidad no era la primera vez, ya tenía tiempo haciéndolo entre texto y texto como si nada. Pero el otro día fue terrible. De pronto mi mujer bajó y me sorprendió masturbándome con una escena subidita de tono. Bueno, intentándolo, porque realmente al verla el susto fue tal que de inmediato mi erección se vino abajo. Doctora, fue tragicomedia, porque intenté cambiar de página al sentir sus pasos inminentes y resultó peor, porque entre sin quererlo a una más bestial que no era para nada la que estaba viendo. Pero no había disculpa alguna, yo estaba en unas fachas que gritaban la evidencia, y la pantalla empeoraba por momentos. Se puede imaginar la reacción de mi esposa, no tengo palabras para poder repetir las cosas que me dijo. No me habla, se ha ido a dormir al otro cuarto, quiere divorciarse y, lo peor, se lo ha contado a su mamá, a sus amigas y a todo el mundo, incluso amenaza con comentárselo a los niños. Yo doctora, le juro que amo a mi esposa, que la adoro, que incluso me encanta sexualmente y tenemos una vida íntima de lo mejorcito. Ella y yo hemos compartido videos más de alguna vez, y hasta juguetes íntimos. Nunca le he sido infiel, de lo cual estoy orgulloso siempre, tal vez de pensamiento en alguna ocasión pero no pasó de esto porque yo valoro mucho mi relación con ella. Seguro cometí una torpeza aprovechando la soledad de la noche, pero no soy un monstruo. ¿He destruido mi matrimonio por esto?, Si es así, prefiero castrarme, se lo juro. No puede ser que toda mi vida se venga abajo por una estupidez. ¿Qué hago doctora?, mentir no tiene caso y admitirlo es peor, mucho menos con el tribunal inquisitorial que se ha transformado en torno a mí en toda la familia. Oriénteme por favor.

La Doctora respondió…

Parece que sin remedio tropiezas con las frases terribles de tu profesión de abogado: sentenciado, tribunal, nada que alegar en tu defensa. Mejor deja la deformación profesional, aterriza a la sencilla vida humana donde las cosas no son tan grandilocuentes, mucho más simple todo ello. Para empezar todo esto es un asunto íntimo y personal entre ustedes del que no tiene que participar nadie más, mucho menos la familia. ¿O acaso les mortifica cuando tiene un orgasmo, cuando cambia de postura haciendo el amor o cuando tienen ambos alguna fantasía?, pues es lo mismo, igual de indecente hacerlo extensivo a terceros. Lo que pasa que esta vez no ha sido compartido, amigo, y ése es el error y de ahí viene toda la venganza. Posiblemente ni ella misma lo entiende, ni tú tampoco en estos momentos, pero es preciso que reflexionen ambos al respecto. Nada de monstruoso tiene que te excite lo excitante, para eso está. Nada de monstruoso tiene que seas curioso, es parte de la inteligencia humana que lleva a descubrir nuevas cosas. Pero en lo que sí has fallado es en el pacto de solidaridad para con ella. Eso exactamente es en lo que se siente traicionada. Ponte en su lugar por un momento. Imagina que te dice que te duermas tranquilo que se queda escribiendo unas cartas o haciendo un trabajo, y la cachas en plan “manuela total” frente a unos cueros de hombres. Ah, ¿No qué no?. 

El hecho en sí es infantil, inocente y para morirse de la risa; pero el drama viene en lo oculto. Si tienes una buena pareja, para que lo siga siendo, lo mejor es compartir y confesar nuestras fantasías, saber que nuestra mente es capaz de soñar con todo, pero que nos comprometamos a hacerlo juntos como aliados, eso es lo importante, no es instinto que o hay porque disculparlo sino el compromiso. Si la primera vez le hubieras comentado que descubriste unas páginas que te excitan, de seguro ella hubiera querido verlas contigo para saber por dónde andan tus sueños. A partir de ahí todo sería distinto. Tal vez te hubiera esperado con alguna novedad en el lecho para que no eches nada en falta. Pero no por fuerza, igualmente válido es que te hubiera apachado comprendiendo lo fácil que es fantasear en la pantalla, agradeciendo tu confesión, o que la hubiera visto contigo y te hubiera dado personalmente “realidad vitural” al momento. Que bobo fuiste de esconderte como niño. Y que absurda ella clamando al árbol genealógico por algo que se arregla con una confesión sincera y un buen abrazo.

Habla con ella a solas, dí la verdad y ninguna otra cosa. Incluso muéstrale esas páginas, véanlas juntos y pregúntale si a ella no le parecen excitantes. Explícale la diferencia entre hacer esto y estar en un chat seduciendo a alguien, eso sí es un cuerno aunque también sea fantasía.


Eduardo tienes una gran pareja, no dejes que los convencionalismos y las narices de terceros echen por tierra un tesoro. Te regaño, y la regaño a ella que tampoco supo ser sincera y decir lo que en verdad le dolía de ese asunto. Muéstrele este escrito y hagan algo, no sea niños.

FUENTE: Revista Desnudarse, de la Dra. Anabel Ochoa.

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