Por Dra. Anabel Ochoa
A partir
del momento en que tienes relaciones sexuales, a la edad que sea, mínimo una vez
a al año, para revisarte y saber que todo marcha bien en tus adentros. No te
dejes ganar por la pena o el pudor. Para el ginecólogo tus genitales son lo
mismo que para un otorrino las narices, y ni modo que se caiga del susto. Claro
que la posturita no es muy sensual, pero sería un poco más difícil que te
examine con las piernas cerradas o los jeans puestos. Si te da más confianza
una ginecóloga mujer, no lo dudes, pero tu criterio debe estar en función de la
calidad profesional del doctor y no de su género. En estas visitas tendrás que
hacerte la prueba del papanicolau (o la colposcopía) para prevenir el cáncer de
matriz. No esperes a tener molestias o problemas para acudir al ginecólogo,
utilízalo como asesor para prevenir y no tener que curar.
Si puedes,
mejor aún acude en pareja, para que tu compañero asuma ser corresponsable en
planes anticonceptivos, reproducción, protección frente a enfermedades
sexuales, etc., además de estas visitas, acude cuando tengas: Cualquier
molestia, menstruaciones irregulares, dolor, flujo anormal, olor vaginal,
comezón, bultos en las mamas, cuando planees tener un bebé, cuando planees no
tenerlo, cuando quieras información sobre enfermedades de transmisión sexual,
cuando estés embarazada, por supuesto para el parto y después del mismo, en la
menopausia y toda tu vida para que tengas calidad en la misma y puedas dormir a
pierna suelta.
Fuente:
Libro: "Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura"
Autor: Dra. Anabel Ochoa
Editorial: Selector
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