Por Dra. Anabel Ochoa
El sexo anal
es la penetración del pene en el recto, a través del orificio del ano. Es lo
que se llama popularmente “hacerlo por atrás”, “mirando para la mezquita”, o “Por
Detroit”, por “Destroyer”. Esta práctica era tan frecuente en la antigua Sodoma
que se quedó también con el nombre de “sodomía”, y es condenada por muchas
culturas como el terrible “coito nefando” o “coito nefando” o “coito contra
natura”, aunque objetivamente en latín es el coitus per anum.
Resulta que
el coito anal es mucho más practicado de lo que creemos por parejas
hombre-mujer (heterosexuales), y mucho menos de lo que se dice por los
homosexuales. Para el hombre que penetra es placentero puesto que el orificio
es más estrecho que la vagina y lo aprieta más. Para el hombre o la mujer que
es penetrado es en un principio doloroso, puesto que el recto tiene dos válvulas
que tienden a mantenerlo cerrado (imagínate de otro modo lo que pasaría
caminando con diarrea o chorrillo).
La primer
puerta será el esfínter externo en el ano, y otro un poco más adentro que es el
que más duele y se resiste en principio a ser penetrado, porque su misión es
estrujar para hacer salir las heces, no para dejar entrar nada.
Si la
persona está relajada y no tiene miedo, se facilita más la maniobra, y desde
luego también con la práctica; en cambio si se crispa, se contrae y duele más
(terrible en caso de violaciones).
Existen unos
juguetes sexuales de venta en los sex-shop llamados butt plugs, que sirven para
hacer sentadillas e ir agrandando el esfínter progresivamente. De cualquier
modo las caricias en el ano son placenteras para ambos sexos, y nada implican
tendencias homosexuales del hombre que le agraden, puesto que todos tenemos ahí
nervios sensibles (de otro modo sería dolorosísimo el defecar diario). Además en
el hombre la penetración anal puede llegar a tocar por dentro su próstata, con
lo cual tendrá el penetrado una eyaculación “en escopeta” automática. En la
mujer puede requerir que el amante acaricie al tiempo su clítoris –aunque no
siempre—para llegar al orgasmo.
En las
parejas homosexuales se le suele llamar “activo” al que penetra (“actriz” o “dante”),
y “pasivo” al penetrado (“pasita” o “tomante”), aunque estas son etiquetas muy
reduccionistas porque una persona puede ser una cosa y luego otra [A los que
llaman “inter” o “versátil”], o ambas o ninguna.
En las
parejas heterosexuales puede suponer una forma más del juego erótico, pero
muchas veces la incultura hace que las jovencitas practiquen en exclusiva el
coito anal para seguir siendo vírgenes por delante (¡Vaya concepto!), o incluso
como método anticonceptivo. Pero no falta quien llega a preguntar incluso si
haciendo esto puede quedar embarazada, y yo siempre les respondo que NO: porque
el niño saldría realmente muy feo. De cualquier modo hay varias cosas a tener
en cuenta, porque sin duda el ano no está diseñado para esta práctica. Lo primero
es que no lubrica como la vagina, por tanto habrá que utilizar siempre un
lubricante (al agua, nada de mantequilla si usas condón) para que deslice sin
problemas.
Desde luego
es una práctica de alto riesgo para contraer el SIDA, ya que fácilmente se produce
sangrado, y además porque la mucosa del resto es tremendamente absorbente y
hace que pase rápidamente a la sangre todo lo que metas (recuerda que un
supositorio es mucho más rápido que una pastilla, por lo mismo). Por tanto
habrá que utilizar condón y del tipo más grueso.
En cualquier
caso que sea una pareja segura, nada de seguirle luego del ano a la vagina o a
la boca, habrá que lavarse a continuación si no quieres producir una infección.
Cuidado si tienes hemorroides (almorranas), porque además de que sangran, las
puedes confundir fácilmente con condilomas anales, y esto último sí es muy
contagioso y exige tratamiento inmediato.
El coito
anal, como otros tantos otros juegos eróticos, es algo que sólo puede ser
admitido si ambos en la pareja están de acuerdo, y obligar o exigir es un abuso
más que otra cosa. De cualquier modo, no todos los cuerpos combinan con todos y
habrá penes excesivamente grandes y anos muy chiquitos que tal vez no logren
entenderse por mucho que se esmeren.
FUENTE:
Libro: Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura.
Autor: Dra. Anabel Ochoa.
Editorial: Selector
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