Por: Dra. Anabel Ochoa
No podemos
adivinar la sexualidad si no entendemos siquiera los órganos que la
representan. El cuerpo es un vehículo de emociones, sentimientos y encuentros,
pero también de desencuentros. El cuerpo, o se conoce o se alucina. Y en este
último caso podemos delirar hasta el infinito con la sexualidad y tener doble
problema: atormentarse con cosas que no existen, y además no vigilar las
consecuencias de lo que sí existe. No se vale sólo el pensamiento mágico. Mejor
seamos sensatos y esculquemos las piezas de nuestra maquinaria.
Es
interesante saber cómo es nuestro cuerpo, el estuche que nos alberga y que
forma parte de nuestros propios acontecimientos. Si definitivamente estamos previstos
para encontrarnos con otro u otra, entonces no estaría de más conocer algo
acerca de los diferentes: ellos de ellas, ellas de ellos, todos de todos.
La mujer
tiene un aparato genital prodigioso, especializado en zonas diferentes para el
placer y la reproducción, incluso para la orina. Tal vez esto resulta chocante
en la idea masculina, ya que el varón tiene un “multiusos” en su pene que lo
mismo orina, que goza y eyacula. Pero somos diferentes, no lo olvides, y con
los mismos derechos. La vagina es interesante porque sirve para tener un hijo,
porque por la oreja ¡ni modo!. Pero para el placer sexual la mujer posee sobre
todo el clítoris que está fuera, no dentro, capaz de proporcionar orgasmos tremendos
con solamente unas caricias. Ése es el principal lugar del placer femenino. Un
botoncito chiquito, una versión de pene diminuto y prodigioso que está arriba
de los labios menores de la vulva femenina, que se erecta incluso al ser
excitado, que no preña ni eyacula ni orina, que sólo sirve para el gozo y está
¡tan ignorado!. Es tiempo de hacerle caso y dejar de obsesionarse con la vagina.
Pero demasiadas veces ni siquiera la propia mujer sabe que posee un sitio
amplio y tan especializado. La orina femenina es otra cosa. Muchas creen que
orinan por el mismo agujero amoroso, y no es cierto. El meato urinario es un
orificio mucho más chiquitito que está bajo el clítoris y arriba de la vagina.
A diferencia del hombre, aquí las funciones están especializadas y cada cosa es
para cada cosa, nada de todo para lo mismo.
En el varón
confluyen las vías urinarias y eyaculatorias en un mismo miembro: el pene. Sólo
que tendremos que saber que en ellos no funcionan a la vez sino que es
alternativo. Un pene en erección está dispuesto para eyacular pero no orina.
Esto es porque, al ser los conductos comunes, se cierran para una cosa y se
abren para otra según esté el panorama. Un pene en reposo puede orinar pero no
eyacula. Cuando se pone en erección se cierran las válvulas de la orina que lo
comunican con la vejiga y se abren hacia los testículos que dan paso al
esperma. Sus órganos reproductores, los fabricantes de células fértiles, son
precisamente los testículos. Éstos, están afuera y no adentro, nuevamente a
diferencia de lo femenino. Fíjate que cuando somos fetos todos los tenemos en
el vientre, seamos machos o hembras. Pero luego resulta que los espermatozoides
masculinos precisan una temperatura inferior a la del cuerpo para estar vivos, y
por eso cuelgan entre las piernas masculinas. Son delicados, sutiles, sensibles
a cualquier molestia porque al fin se trata de una glándula que salió del
cuerpo buscando frescura, el equivalente a los ovarios de mujer que descansan
en el vientre.
La próstata
es otro asunto. Una forma de reloj esférico que rodea la raíz del pene, pero
esta vez sí adentro, fabricando hormonas que sirven a lo masculino para procrear,
para fornicar, para gozar, y también para hacer tumores si no la vigilas cuando
seas maduro.
Más allá de
los órganos externos y aparentes conviene saber qué sucede por dentro para no
hacernos bolas. Día tras día encuentro la pregunta loca de muchas y muchos
universitarios que demandan saber si con la penetración anal es posible el
embarazo. ¡No, para nada, y siempre no! Realmente me enoja que naveguemos en un
cuerpo a nivel licenciatura sin saber ni lo que llevamos encima, cuestiones
anatómicas que deberíamos conocer como materia básica para caminar por la vida;
sin el plano de nuestro acontecer cotidiano nos estamos manejando como
analfabetas. Pero no es culpa nuestra, es del silencio que nos dieron, como
siempre. La vagina sólo comunica interiormente con el útero (matriz). Por otro
lado, el aparato digestivo no está para nada conectado interiormente con este
laberinto reproductivo, está aparte y en otro plano más al frente y separado.
Lo digestivo es un tubo, con más o menos ensanchamientos como el estómago, pero
que inicia en la boca y termina en el ano. Jamás conecta con los ovarios ni con
los óvulos, porque de otro modo al comernos una aceituna crecería un olivo y
sería una pena acabar como huerta. Por tanto el coito anal nunca —¡jamás!—
podrá generar un hijo, y mejor, porque fíjate que saldrían hechos una “caca”.
Lo que me
preocupa de este asunto es que, si estás practicando el coito anal con tal
ignorancia sobre tu anatomía y llegas a creer que puedes quedar embarazada por
atrás, ello significa que el día que lo hagas por la vagina te puedes creer a
salvo por la misma razón, por ignorancia y desconocimiento. No se vale, de
veras. ¿Por qué estudiamos tanta matemática y tan poco del estuche que cargamos
de por vida?.
Fuente:
Libro: "Mitos y Realidades del sexo joven"
Autor: Dra. Anabel Ochoa
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