Por: Dra. Anabel Ochoa
Al sexo humano a nuestros genitales los nombramos con albures. Los confundimos o de plano nos desconcertamos cuando
el médico los designa con palabras griegas. Entre cuates se habla de: el osito, la pucha, el chocho, la panela, la paparrucha, la panoche, tu
hoyito, el huequito, el nomeniegues, almeja, cajeta, garaje... y todo lo que tú quieras. Paralelamente se hacen alusiones al
miembro viril como: el chile, el ganso, la verga, el
ariete, la polla, el pajarito...y
no me extiendo para no ser obvia y burda. Yo creo que merecemos darles nombre,
saber de qué se trata con identidad y sin recursos vergonzantes, lo mismo que
rotulamos con nombres propios y dignos cada una de las otras zonas de nuestro
cuerpo, como mano, codo, rodilla, pie o cadera sin necesidad de esos recursos.
Es grave que no tengan nombre propio y respetable, es señal de que fueron
ignorados como si no existieran. Resulta obligado nombrar para poseer, y el
cuerpo es algo que nos pertenece; no es justo que nuestro sexo no se llame nada
o se lo nombre con metáforas estúpidas por miedo a lo que sea. El sexo es,
nuestros genitales son, y merecen nombres correctos. Los hay, nada más que no
los usamos. Como consecuencia caemos en errores fatales cuando tratamos de ser
propios y prudentes.
Se
le llama vagina a todo lo genital de la mujer, y no es cierto, es incorrecto.
Vagina es el orificio sexual de las hembras, nada más. El resto de sus
genitales externos son la vulva, con sus labios mayores afuera cubiertos de
vello que sube hasta el hueso del pubis también llamado Monte de Venus, y los
labios menores más íntimos, cerrados como una sonrisa vertical que remata en el
clítoris arriba. Ya más adentro, el orificio de la vagina es un espacio
exclusivo para la sexualidad, que se reduce interiormente mediante un
estrechamiento en forma de cuello (cérvico
uterino) en otra cavidad que es el útero o matriz
(inaccesible para el sexo), comunicada más interiormente con las trompas (de Falopio ¡ojo!, porque
las de Eustaquio están en el oído) que llegan a su vez hasta los ovarios.
Estos órganos están en el vientre de la mujer y son equivalentes a los
testículos masculinos, fabrican células fértiles que son los óvulos (semejantes
a los espermatozoides), sólo que aquí sale uno solo al mes mientras que el
hombre fabrica millones nuevos cada tres días.
Por
su parte, el pene del hombre tiene una "cabecita" que se llama glande. Todo él va
recubierto de una piel flexible y deslizable, que en su parte extrema de la
punta se llama prepucio. Cuando no baja bien el pellejo del pene al estar
erecto le decimos que padece de fimosis y recomendamos que se haga la
circuncisión (cortar la piel
del prepucio). Las bolsas gemelas que hay atrás del pene se llaman testículos,
y la piel que los recubre es el escroto. Dentro del cuerpo masculino, en el
vientre, tras la raíz del pene está la próstata. Definitivamente a todo esto le
puedes llamar como quieras si te resulta divertido para hacer bromas, pero es
peligroso que no conozcas sus nombres propios porque acabarás siendo ornitólogo
especialista en pajaritos y no sabrás ni lo que tienes entre las piernas.
Fuente:
Libro: "Mitos y realidades del sexo joven"
Autor: Dra. Anabel Ochoa
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