martes, 11 de agosto de 2015

Sexo joven: Moral y verdad

La información previa: moral y verdad para distinguir entre la tierra y el cielo.
La moral, la ética, no son algo universal que esté escrito en el firmamento. La moral es la norma de conducta que diseñan los humanos de una cultura, en un espacio y en un tiempo para el bien común. Antes, en un mundo vacío que trataba de poblarse, tener un hijo siempre era un bien; la mujer infértil era desechada, y agasajado el hombre que tenía muchas esposas y fecundaba a todas ellas. Pero resulta que en un mundo superpoblado ocurre al revés: es más validada socialmente una persona que ejerce control sobre la natalidad.
Todo es relativo, todo es humano y cambiante por ser cultural y no genético. Todo sucede dependiendo de las circunstancias y puede moverse a lo largo de ellas. En las nuevas culturas que coexisten en este siglo XXI encontramos una variedad inmensa de criterios y merece la pena echar un vistazo a lo relativo de las diferentes normas para decidir nuestra ética personal, nuestros valores respecto al bien y el mal que rigen nuestra conducta, responsabilidad absoluta de cada uno de nosotros en términos humanísticos y de manera universal, sin pretextos pueblerinos ni militancias fanáticas que justifiquen el desatino. Definitivamente vas a tener que macar las líneas, límites, nadie lo debe de hacer por ti porque sería peligroso para tu persona, que tendrá que circular bajo riendas propias y no en manos ajenas, por confiables que parezcan. El precio de la dependencia es caro.
A veces la información científica es un reto para aquellos que poseyeron la única “verdad” cultural de los siglos. Por ejemplo, es muy distinto decirte que el colesterol por comer grasa provoca infartos, a decirte que comer carne es pecado. Mejor diferenciemos.
En la sexualidad hay muchos cuentos amenazantes que son mitos sin  fundamento científico. Ello no impide que tu norma moral o religiosa limite tus prácticas; pero no debería ser por miedo ignorante, sino por ética de conducta, ¿Estamos de acuerdo? Así habrá que sabe que la masturbación –entre otros miles de mitos—no te deja ciego, ni calvo, ni enano, que no te salen pelos en la mano, ni se te deshacen los huesos, que no te convierten en impotente ni en eyaculador precoz, que científicamente es una mentira toda esta amenaza de desastres y que no trae daños al organismo, que a tu pene o a tu vulva no le importa si tú lo agitas con tu mano o con la vecina o con el vecino, y que no por eso se atrofia.
Ahora bien, si tú perteneces a un grupo que prohíbe la masturbación, ese es otro asunto, por una idea, por una convicción religiosa o filosófica, no por las amenazas del “niño déjese ahí”. Que quede claro, pese a quien le pese. La verdad no puede tener enemigos, y quienes lo sean es que están manipulando para someterte ¡Y eso sí es de dar miedo!.
Se pensó que la niña o el niño desinformado era inocente y se criaría lejos de la sexualidad que nos asusta. No es cierto. El humano es sexual desde chiquito. El silencio y el oscurantismo nos han costado caro: abuso sexual en familia dentro de la casa (el padre, el padrastro, el hermano, el cuñado, el vecino de confianza); niños callados bajo amenaza y además sintiéndose culpables; niñas desinformadas que se embarazan a primer contacto; abortos caseros que matan; matrimonios tempranos obligados; enfermedades de transmisión sexual por pura ignorancia…¿Sigo o ahí le paramos? Si el silencio hubiera funcionado me callaría. Pero no es el caso, lo sabemos.

Hay una verdad sobre el impulso sexual de todos nosotros. No es repugnante, es humano. Y puede ser sano y alimento del cuerpo y el espíritu si lo ejercemos adecuadamente, como todo lo demás. Aquí las diferencias del género han sido brutales. A él se le premia por conquistar al mayor número posible; pero a ella por ser virgen. No me salen las cuentas. ¿Qué tal si lo pensamos de nuevo y hacemos un mundo equitativo y leal? Sin duda sería lo mejor para todos porque, llegados a este punto, nadie gana y ambas partes perdemos. Si hay fracaso en el sistema, mejor lo revisamos.

Fuente:
Libro:    "Mitos y Realidades del Sexo Joven"
Autor:    Dra. Anabel Ochoa

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