domingo, 9 de agosto de 2015

El sexo joven: Un asunto aparte

Por: Dra. Anabel Ochoa
Nos quejamos de que la sexualidad juvenil sea incomprendida, y no me extraña. Hay más razones para reclamar y con pleno derecho a la protesta. Mejor entendamos los acontecimientos que nos preceden para sacar conclusiones. Aunque parezca una broma, resulta que el sexo joven –tal  y como lo concebimos ahora—no existía hasta hace muy poco tiempo. Incluso en el presente los muchachos de Chiapas son obligados a casarse a la edad de trece años, a formar una nueva familia y sustentarla por sus propios medios, abandonando el hogar familiar como hijos para ser padres de un plumazo sin intermedio alguno. Esto ocurre en muchas sociedades ancestrales e incluso en nuestros antepasados hasta hace no tantos años.
Para cuando urgía la hormona sexual en el muchacho, para cuando aparecía por primera vez el pene erecto y la cama como tienda de campaña, casi al día siguiente amanecía el joven con una esposa en el lecho con la que podría satisfacer su impulso y la lujuria a un tiempo. Lo mismo para ella, a raíz de la primera regla la llamaban “mujer” aunque tuviera doce o trece años, la casaban con alguien y la convertían en madre cambiando el muñeco por un niño de carne y hueso.
La adolescencia (de latín adolescere, caminar hacia la madurez) es un lujo de las sociedades modernas que antes no existía. Todos estaban obligados a pasar directamente de un niño a hombre, de hijo a padre, o de niña a mujer y de hija a madre sin un periodo intermedio. Literalmente la adolescencia –eso que incluimos en el concepto llamado “juventud”—es un privilegio que te permite pasar tal vez hasta diez años entre que “te anda” y te decides, un tiempo de prueba para el desarrollo como sujeto, para estudiar y decidir, para elegir, para no precipitarte ni sentirte obligado al compromiso, una moratoria, un amparo de la existencia, una tregua para probar las mieles de la vida, para pensártelo de manera que no adquieras un rol errático para sobrevivir, un regalo en definitiva.
Por lo mismo, existe una sexualidad en este rato que nuestros antepasados no contemplaban. El erotismo que detectas en tu persona dese que sientes el impulso hasta que te decides y formas pareja. Las ganas, la masturbación, la fantasía, el cuerpo que clama un cuelo pero que ni sabe sin que está dispuesto a comprometerse con nada. Habrá que pensar en esto, habrá que dar salida a este impulso de manera coherente. Par algunos será con la masturbación porque no hay otra. También el “faje” calenturiento que lo deja a él con un “dolor de huevos” tremendo por pretender y no consumar, y a ella con miedo eterno a perder “aquello” que le siguen diciendo que vale mucho, o temor a quedar embarazada porque de información no tiene nada: en esta época es frecuente el llamado petting (de la voz inglesa pet, acaricia), es decir, la manipulación de los órganos sexuales o zonas erógenas del compañero o la compañera sexual evitando el coito, y que incluso puede conducir al orgasmo.

No faltarán quienes tengan relaciones sexuales tempranas y que precipitadas, que deberían de ser honestas y claras, en vez de promisorias de argollas y pactos que no pueden existir de momento. Para un último grupo la solución para tamaño desasosiego es la castidad y la sublimación, trasladando esa energía a otras tareas, ¿Por qué no? Pero definitivamente hay que atender un sexo joven que antes no existía y parecía resuelto por la propia estructura familiar que ahora se atrasa y clama por respuestas. Por tanto aparece la sexualidad juvenil como un periodo reciente en nuestra historia nuevo a falta de teorías que lo expliquen y lo justifiquen.

Antaño era correcto decir que conservaras la castidad porque de inmediato ibas a tener una pareja donde albergar carnalmente tus ansias. Ahora el tiempo se dilata y no sirve el mismo argumento, no podemos ignorarlo y ser autistas frente a este cambio de circunstancias. No le puedes decir a un joven que no fornique y que además no se toque; que no aborte y que no use condón…¿De qué situación estamos hablando?. ¿De qué contradicción?, ´¿De qué callejón sin salida para que te vuelvas loco diciendo que ni sí ni no, sino todo lo contrario? Que no nos tomen por tontos. Pedir congruencia no es demasiado, y contra nadie atenta si te asiste la razón para resolver este enigma que no es tal. Con razón o sin ella, finalmente nadie hará caso en semejantes pretensiones inhumanas. Con culpa o sin ella el joven habitará el sexo, se tocará, tendrá suerte o abortará, destruirá sus planes de futuro con un hijo no deseado o lo abandonará en la calle, y muy fácilmente contraerá cualquier enfermedad que le puede incluso costar la vida. Todo por falta de información, por silencio cínico, por analfabetismo de los pretendidos custodios de la moral que niegan la evidencia humana, ciegos y sordos en vez de afrontar las cosas y asumir mirando a los ojos como corresponde a la nobleza humana. Se pueden hacer mejor las cosas escapando del silencio que nos está matando. Es hora de dialogar.

Fuente:
Libro:          "Mitos y Realidades del sexo joven"
Autora:        Dra. Anabel Ochoa
Editorial:     Aguilar

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