Por: Dra. Anabel Ochoa
La palabra “mito” tiene hoy en
día una connotación negativa de cuento, de engaño. Cuando dices: ¡eso es un mito!
de plano lo estás despreciando por falso. Pero no siempre fue así.
Los mitos
originalmente son leyendas que se transmiten verbalmente generación tras
generación, que tratan de enseñar en un cuento de hadas las verdades de la vida
para darte buenos consejos. Se trata de un conjunto de narraciones y leyendas
sobre el origen del mundo, del hombre y los dioses, de los avatares al interactuar
todo ellos.
Para
Malinowsky: “No es una explicación que satisfaga un interés científico, sino la
resurrección de una realidad primitiva mediante el relato para satisfacción de
profundas necesidades religiosas, aspiraciones morales, convenciones sociales y
reivindicaciones; inclusive para cumplimiento de exigencias prácticas.”
Así, el
mito griego de Edipo es retomado por Freud para explicar el amor sexual de un
hijo por su madre; el de Electra para la niña con el padre y el incesto; el de
Brunilda para quien adora al amante y luego lo desprecia tras usarlo; el de
Hércules como metáfora de la fuerza física; el de Narciso para explicar la
egolatría de quien se enamora de sí mismo; el de Caín para expresar la envidia y
los celos. Ya más cerca en la historia, cuentos como Caperucita roja alertan a
las niñas de no dejarse engañar por extraños y simboliza el abuso infantil, lo
mismo que Pedro y el lobo advierte sobre las consecuencias de la mentira, o
Blanca nieves que nos cuenta del peligro de una madrastra envidiosa y nos
introduce al despertar sexual con el beso del príncipe.
Pero ello
no evita que en el presente la palabra “mito” suponga también algo nefasto, una
versión que desfigura lo real, que exagera desde el desconocimiento y da la
apariencia de ser lo que no es. De hecho, el mito es también un invento de los
humanos cuando trataban de hacer explicable lo que no se explicaban, una manera
de tranquilizarse y de poder responder a los niños unas preguntas tremendas que
los dejaban mudos. Por ello “mito” puede sonar lógicamente a cuento en vez de a
sabiduría, suena a mentira fabulada, a versión impregnada por los resabios de
nuestros ancestros que resulta obsoleta hoy en día, por falta de actualización,
por hablar de un mundo que no es éste. De esta manera acaba resultando dañino
en vez de útil. Esto último es particularmente comprobable en el terreno de la
sexualidad.
Parece
que lo humano evoluciona vertiginosamente en ciencia y tecnología, pero se
congeló en su sabiduría sexual, se ocultó y silenció tanto tiempo que no progresamos
con información buena, clara, completa y veraz. Ante este vacío, cada vez que
te preguntas algo relacionado con tu sexualidad, la única respuesta son los mitos,
que ahora sí resultan explicaciones parcas, inadecuadas o mentirosas la mayoría
de las veces.
¿Mito..?
Mito es que una mujer tenga que ser virgen e inexperta, al tiempo
que el hombre debe ser experto.
Mito es que una mujer que no es virgen ya no
valga nada, que diga “fracasé” si se embaraza o que piense que ya no es mujer
al llegar la menopausia.
Mito es que un hombre pierda su virilidad si es tierno
y se ocupa de su hogar; mito es que una mujer deje de serlo si trabaja, si toma
decisiones, si es independiente o autosuficiente.
Mito es que el varón necesite
obligatoriamente varias hembras y no pueda ser fiel por naturaleza.
Mito es que
una mujer en menstruación no pueda cocinar o hacer el amor.
Mito es que llamen a
alguien “mandilón” o acusarlo de que “ya no eres hombre” si no se le para el
pene.
Mito es que una mujer sin pareja lleve el rótulo de “dejada” cuando quizá
no le interesa esta opción.
Mito es que alguien te golpee, te humille o te
someta porque dice que te ama y cree que tiene derecho a ello.
Mito es creer
que existen las frígidas cuando se confunden con la falta de conocimiento del
erotismo humano de las hembras.
Mito es decir que con el condón no se siente
nada.
Mito es pensar que los niños son tontos y que serán más castos si les
ocultas la sexualidad que les pertenece.
Mito es estar convencido de que tienen
que pagar siempre los hombres.
Mito es la idea de que puedes golpear a un niño
o una niña porque es tuyo.
Mito es opinar que lo femenino es pasivo y débil, lo
masculino fuerte y violento por naturaleza.
Mito es alucinar que un homosexual
o una lesbiana no tienen derechos humanos iguales a los tuyos.
Mito es asegurar
que los ancianos no deben tener sexo.
Mito es que el tamaño del pene tiene algo
que ver con ser feliz.
Mito es que la masturbación sea peligrosa y te llene de
taras.
Mito son las edades obligadas de él y ella en una pareja.
Mito es la
moda y los ídolos.
Mito es que las minorías sean perversas.
Mito es... todo lo
que te aclaramos en este libro [blog de desnudo total sin prejuicios y del
sitio en FB Voces desde la intimidad]…y mucho más, en realidad cualquier
versión de la sexualidad humana que te refieran los "cuates" mal informados, las
vecinas sabihondas, los compadres confundidos y las comadres cotorras.
No
permitas ser dominado por semejantes cuentos porque así nunca podrás gobernar
tu vida real. El desconocimiento sólo patrocina desastres. La falsa información
es doblemente dañina porque ocupa un lugar que crees resuelto en vez de buscar
respuestas propias.
Cuando tengas incógnitas, pregunta a las personas
adecuadas, a los especialistas en vez de a los “expertos del barrio”.
Fuente:
Libro: "Mitos y realidades del sexo joven"
Libro: "Mitos y realidades del sexo joven"
Autor: Dra. Anabel Ochoa
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