De los casos de la Dra. Anabel Ochoa
Héctor, 25 años, estudiante de derecho, Mexicali, B.C.N.
Tengo un año y medio de casado y me preocupa cómo han
cambiado las cosas con mi sexualidad. Mejor le explico mi historia. De adolescente
yo me llegaba a masturbar hasta seis veces al día. Luego al tener novia ya no
lo hice tanto porque campechaneaba mi ímpetu con ella, de modo que me
masturbaba sólo como una vez a la semana. Años más tarde me casé, y el drama es
que ahora ya nada más puedo “echar uno” por la noche (disculpe la expresión
pero usted me entiende) y después tardo en conseguir una segunda erección
durante al menos cuatro horas. Yo antes “me echaba” por lo menos tres en una noche
romántica, y ahora después del primero aunque quiera seguir ya no se me para de
inmediato y eso me preocupa ¿Qué puedo hacer?, pienso que esto se debe a que de
chavo abusé mucho de la masturbación ¿Será por esto?.
La Dra. Anabel Ochoa le respondió:
Amigo, creo que te has parado a pensar que con el paso del
tiempo nada es igual en la vida, el sexo tampoco. Al cambiar, al crecer, al
evolucionar, al madurar, uno va haciendo distintas cosas. Sin embargo tú
pareces compararte con el que eras antes y te sientes aterrado del cambio, como
si alguien te hubiera garantizado que aquello iba a ser así toda la vida. Piénsalo
un poco. Tu vida ha cambiado en la casa que habitas, en la relación que tienes,
y en lo haces, hasta en lo que comes y como te vistes. Es lógico. Si todo se
quedara igual serías lelo ¿Verdad?. Imagina que me reclamaras que tú antes de
bebé, podías hacerte pipí encima y nadie te reclamaba nada, que simplemente te
cambiaban el pañal, que por qué ahora no te dejan hacerlo tranquilamente en la
ropa y te ves obligado ir al baño y hacerlo solito a determinadas horas. Por idiota
que te parezca el ejemplo, es lo mismo de lo que estamos hablando: El cambio,
la evolución. Lo que pasa que la sexualidad nos la muestran como un hallazgo
fijo para cuando seamos adultos, como que fuera una cosa congelada que no
cambia ya jamás y cuando la descubres ¡Ya está! para siempre igual como las
tablas de multiplicar. No amigo.
La sexualidad es un afecto y como tal evoluciona y cambia
con nosotros mismos a lo largo de las diferentes etapas. La fogosidad masculina
tiene un pleno de ardor a los 17 años, sigue hasta los 20, y a partir de ahí se
amansa. De otro modo no habría tiempo para hacer otras cosas y seríamos unas
bestias calenturientas todo el rato.
El sexo va cambiando cantidad por calidad, no es que se
deteriore ni que estés enfermo. En el enamoramiento se te hacer poco una vez
tras otra. Luego con la pareja fija, el cerebro inteligente va cediendo paso a
otras cosas y reparte la energía en el tiempo compartido con la otra persona. Por
supuesto tampoco se excita igual con lo conocido que con lo recién descubierto,
es normal. Pero ¡ojo! No lo vivas esto como un castigo porque te masturbabas de
chico. La masturbación no te tara; al contrario ejercita, y desde luego no es
una enfermedad que cause secuelas. Si no entiendes esto así corres el riesgo de
pensar que, cuando al envejecer tengas arrugas, tal vez sean producto de una
venganza cósmica por haber mojado la cama de chico.
Deja la culpa oscurantista atrás y mira hacia adelante con
alegría. No te quejes, crece, se lógico,, y aprovecha la intensidad de cada
momento en sus mejores cosas, siempre distintas. No te claves con las cifras de
una juventud en la que igual trotabas más pero desde luego eras más imbécil sin
duda. Y sobre todo sospecho del pasado porque no es tu tiempo aquél, es éste.
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa.
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario