De los casos de la Dra. Anabel Ochoa
Cambiar de agujero
Amira, 21 años, estudiante de administración, México, D.F.
Me da mucha pena lo que voy a contarle, pero no tengo a quien recurrir.
Mi novio y yo disfrutamos de una intensa vida sexual. Hace poco hemos empezado a
practicar el coito anal y he de confesar que, aunque me dolió al principio, me
gusta. Sobre todo me gusta compartir con él, más allá de los límites. Pero
resulta que a veces hace una penetración anal y, antes de terminar va
directamente a mi vagina. Me preocupa si esto puede ser bueno porque intuyo
algo sucio en esta escena. No le pido su opinión moral, eso es asunto mío, pero
sí su criterio médico en cuanto a esta práctica.
La Dra. Anabel Ochoa respondió:
No te falla tu intuición, amiga. En efecto es una mala práctica de
higiene que puede traer infecciones muy molestas. El recto, el intestino, está
lleno de materia fecal, la misma que nos asusta en unas manos sucias, en el
agua de riego de lo que comemos o cuando
sopla el viento, porque se respira si hay restos al aire libre. Por
tanto, en esta situación el pene está haciendo de fatal varita mágica
transportando gérmenes del recto a la vagina, zona ésta, muy delicada por
excelencia. No puede ser.
Si se practica el coito anal y se cambia luego de destino, hay que
lavarse absolutamente con agua y jabón para eliminar restos entre uno y otro
paso. Si se está usando condón –que es lo más recomendable—entonces cambia de
condón para cada maniobra. En general para el coito anal, sea entre quien sea,
siempre es mejor utilizar condón porque también a través del orificio de la
uretra masculina del pene pueden infectar los restos fecales. Coméntalo con él,
seguro que no se dio cuenta pero estará de acuerdo, es cuestión de sentido
común.
FUENTE: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa
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