Por la Dra. Anabel Ochoa
No hay hombre que no se haya obsesionado alguna vez con esto. En la
educación machista siempre existe el peligro de ser menos que los demás
varones, que otro que tenga el pene más grande que el tuyo. Para colmo, las
observaciones fortuitas en un urinario o mingitorio, hace que compares el tuyo –
visto desde arriba- con el del vecino
ojeado de medio lado. Sin remedio, por el ángulo de visión, el que observes a
derecha o izquierda parecerá más grande, ¡cuestión de perspectiva!.
De cualquier modo vayamos al grano. Digan lo que digan, cuenten lo que
cuenten, la vagina femenina tiene una sensibilidad en los cinco primeros
centímetros. El resto es una cuestión visual, ideal, fotogénica. Pero además,
un pene grande no es precisamente el secreto de un buen amante. Basta saber que
el tamaño general tiene que ver con las razas. Los negros africanos tienen la
talla más grande; los orientales, la más chiquita. Y fíjate que son justamente
los japoneses los hombres mejor considerados en la cama, los más hábiles.
El arte amatorio hindú es relativo a este respecto, en vez del absoluto “grande”
o “pequeño”, apuntaban que según el tamaño de su pene (lingsam) hay
hombre-liebre, hombre-caballo, y hombre-toro. Cada uno de ellos tendrá la
manera de hacer el amor, y esto lo hará ideal para unas parejas y no para
otras.
La ocupación de la vagina es un dato placentero cuando los cuerpos se
juntan, de otro modo sólo puede resultar frustrante o molesto. Pero además, no
olvidemos que la mujer no tiene ahí su máximo orgasmo sexual, sino en el
clítoris – y está afuera, no adentro-. Por tanto, las artes amatorias
masculinas no dependerán en ningún momento de sus centímetros de pene, si no de
las caricias previas, de su disposición, de sus manos, tal vez de su lengua, y,
sobre todo, cómo manejar los tiempos de excitación. Te diré por el contrario que
es mucho más problema tener un pene grande que tenerlo chico. Recordemos cuando
en la guerra de Vietnam las sexoservidoras orientales huían aterrorizadas ante
los soldados negros que requerían sus servicios.
En nuestra cultura, el tamaño medio viene a ser de unos 10 cm en reposo,
pero ten en cuenta que en erección los penes grandes aumentan muy poquito, y en
cambio los chiquitos son los que dan sorpresas al inflamarse. En último
extremo, un pene con menos de 2 cm erecto sí impide la penetración, y es lo que
llamamos un “micropene”. De ahí en adelante lo demás son ñañaras.
FUENTE:
Libro “Respuestas para
vivir una sexualidad inteligente y segura”.
Editorial: Selector S.A. de C.V
Año de edición: 1998
Autor: Dra. Anabel Ochoa
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