Por la Dra. Anabel Ochoa
Como en todo lo demás, serán enfermos cuando sufran por esta pasión,
cuando haya patología (phatos = sufrimiento), cuando dañen a otros, o cuando
dejen de tener el control de sus instintos.
Los sádicos, los masoquistas, y los ambidiestros sadomasoquistas,
existen tanto entre los homo (gay y lesbianas) como en los heterosexuales. El
sádico es teóricamente quien disfruta procurando dolor, humillación al otro,
castigándolo; su nombre viene del Marqués de Sade (escritor francés del S
XVIII) que llegó a escribir –más que vivir- expresiones atroces al respecto,
sin dejar de ser un teórico que merece la pena de ser leído como documento. El
masoquista es lo contrario, goza sufriendo, siendo golpeado, humillado; debe su
nombre al escritor austriaco Masoch (S. XIX), que entrenó a su esposa y
sirvienta mancomunadas para atormentarlo a cualquier precio, demostrando el
placer por ello, obligando la primera a acostarse con otros para llorar de
dolor viéndolo. Pero el sadomasoquismo literario ha penetrado el mundo de las
formas de moda y del consumo, y tiene hoy en día una forma más estética que
real de crueldad en el erotismo.
Los servicios sexuales de las publicaciones anuncian: Dama estricta,
disciplina inglesa, severa institutriz, ama severa; o más sofisticados ofrecen:
Dominatrix, bondage (esclavitud) o ambiente leather (con ropa de cuero), para
dar el servicio de azotes, insultos, humillación de encargo. Hasta hay
hot-lines (líneas calientes) telefónicas que te mientan la madre o que te
permiten decir groserías a capricho. Y clientes no faltan.Hay clubes donde se
practica esto de manera más inocente que el golf.
Al estar ligados al fetichismo, los sex-shop venden cadenas, látigos,
máscaras, esposas metálicas, pinzas para pezones, mordazas…y no son para
monstruos sino para pequeñas fantasías de pareja, homo y hetero. Dominar, ser
dominado, si no se ejerce cruelmente en lo real, es un juego que a todos nos
atrapa alternativamente en pequeñas dosis, que corresponde a esa dualidad de
actividad-pasividad que está presente en el sexo. En la pareja fiel considerada
sana, hay una cierta dosis en ambos de servidumbre sexual, sin la cual la unión
y el pacto de exclusividad sería imposible.
Hay parejas que hacen el amor como nunca después de insultarse o de una
batalla de almohadas, hay quienes en la pasión se exceden con chupones,
mordiscos y rasguños. Por desgracia, la cultura etiqueta lo masculino y
femenino de tal manera que encontramos más comportamientos sádicos educados en
el machismo, y más hembras sumisas en el mismo contexto (lamento permanente,
sacrificio, autodesprecio). Pero recordemos que hay niños –y niñas- que solo sintieron atención cuando los
azotaban por haber hecho algo mal, culpables, porque el resto del tiempo no les
hacían caso. En la película japonesa
Imperio de los sentidos (de N. Oshima) él llega a morir consintiendo ser
estrangulado por ella al buscar una mejor erección al apretar el cuello. El
Mariscal francés Guilles de Rais es un clásico de la atrocidad
en el S. XV. Novelas actuales como
American Psico lo muestran descarnado, o la inhumana modalidad del video snuff,
que comercia con crímenes tormentosos verdaderos.
Hay formas de sadismo nefasto que incluyen la pedofilia (con niños) o la
zoofilia (con animales). Por otro lado, el masoquista en cambio aprende a
soltar endorfinas (morfina natural del cerebro) en los instantes dolorosos, y
se hace adicto a sus propios jugos de una manera peligrosa a veces para la concepción
de la vida. Las personas adictas a una relación destructiva (donde amar=sufrir)
se basan en la conducta sádica del otro para sentirse amados y justificar su
existencia culpable, buscan seguridad y afecto, tienen muy mal la autoestima y
necesitan ayuda.
Los cilicios (brazaletes de espinos) que se clavaban los fanáticos
religiosos llegaban a producir orgasmos. El dolor sublimado, convertido en
fuerza mental, permite existir a los faquires, a los ascetas, a los que caminan sobre brasas, a las mujeres
parturientas, a muchos enfermos desahuciados, a los lamas…si quieres presumir
de erudito di que todo esto se trata de
la denominada algolagnia, exquisita palabra del griego
(álgos=dolor+lagneía=lujuria), activa en el sadismo y pasiva en el masoquismo.
Fuente:
Libro: Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura
Autora: Dra. Anabel Ochoa
Editorial Selector
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